RUTA 23: RUMBO AL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA
Un momento es efímero y eso lo convierte en valioso, en un regalo precioso que nunca volverá... Por eso quiero vivir la vida y cada momento como si fuera único, sin pedir nada a nadie, solo dando las gracias a todos por formar parte de 'mi' momento
Solo había un camino que recorriera las angostas montañas. Una alta sierra, de grandes picos de piedra gris. No había lagos de aguas azules y tranquilas sino extensiones interminables de pinares de un verde mate. Junto a él una calzada romana que forma parte de la via nº XXIV que une las ciudades de Merida y Caesar Augusta. El itinerario de Antonino describió asciende por un sinuoso trazado.
Traspasamos el collado que separa el cerro Miguelete y el Montón de Trigo a 1800 mts de altura, donde se separan las cuencas del Tajo y el Duero para descender vertiginosamente junto a la majestuosidad de los árboles enormes, colosales pinos recios, esbeltos, largos, que la imaginación altera en gigantes mástiles de navíos aventureros de otras épocas, pinos retorcidos por los vientos, de ramas como seres fantásticos de un infierno dantesco, aprestados en una selva que parecen no conocer a su enemigo el hachero.
La noche estaba acechando, el color rojizo y dorado del atardecer se reflejaba sobre las cúpulas de la ciudad por dos veces milenaria. Por fin alcanzaba el desafío que me había formulado, por un momento especulé en retirarme, rendirme, pero no me encontraba agotado aunque sintiera que llevaba media vida pedaleando y por un momento ante la visión que se presentaba frente a mí, olvide el dolor de las pantorrillas y en la base de la espalda, los dedos dormidos que apenas notaba.
Ante mí un momento efímero y maravilloso al pie del acueducto
Cuando Roma era el centro del
Mundo, los caminos que unían ésta con el resto de territorios romanos se
extendían de este a oeste y de norte a sur a lo largo y ancho de todo el
Planeta. Una frondosa red de calzadas que permitían las comunicaciones, el
comercio y, en definitiva, la vida, entre los territorios del vasto Imperio
Romano.
Muchos de estos caminos
también pasaban por aquí mismo, España, la antigua “Hispania”, y, aunque no
existía ninguna gasolinera que patrocinara una guía de caminos, sí que existían
documentos que plasmaban la ingente magnitud de sendas que usaban los romanos.
Uno de estos archivos era el llamado “Itinerario de Antonino”. En él se
especificaban todas las poblaciones por las que transcurrían las 372 rutas que
unían las distintas ciudades del Imperio. 34 de estas vías eran las dedicadas a Hispania
Uno de estos trayectos, la Vía
24, era el que unía las poblaciones de Emerita (actualmente Mérida)
y Caesar Augusta (Zaragoza). El recorrido pasaba por la ciudad de Segovia y entraba en lo que hoy conocemos
como Comunidad de Madrid por Miaccum; pasaba por el gran cruce de caminos que
era Titulciam (enlazaba con las
vías 24, 25, 26 y 29), y salía de la Comunidad de Madrid por Complutum, lo que
equivale a la Alcalá de Henares actual.
Hoy realizaremos la ruta junto a la antigua VIA XXIIII, y acompañaremos al río Frío hasta el emblemático Acueducto Romano donde discurría sobre sus arcadas como suministro de agua a la antigua ciudad Segoviana.
Dejamos el coche en el aparcamiento situado en estación del tren de cercanías en Cercedilla. Desde aquí empezamos a ascender en dirección a las dehesas por la carretera o bien podemos dejarlo en alguno de los aparcamientos adecuados junto a esta carretera. Cuidado en verano hay mucha afluencia de excursionistas y poco sitio.
Para leer la descripción de la ruta y fotos hasta el alto de Fuenfría podéis seguir el siguiente enlace: RUTA 12 BOLA DEL MUNDO
Tras un breve descanso en el puerto emprendemos la bajada hacia Segovia, dejando al fondo el pico del "Montón
de trigo". Este
primer tramo de bajada hasta la Fuente de la Reina tenemos la posibilidad de
hacerlo por la calzada romana, o por un sendero a su izquierda.
La calzada está muy deteriorada, y tiene mucha
piedra suelta, elegimos esta opción porque parece que es más rápida. A partir de un punto mejora bastante
el camino, pasando a ser una estrecha carretera asfaltada en medio de un inmenso pinar. Maravilloso.
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Colosales
pinos recios, esbeltos, largos, que la imaginación altera en gigantes mástiles
de navíos aventureros de otras épocas.
Nos encontramos en los Bosques de Valsaín una zona
boscosa con una extensión de más de 10.000 hectáreas, están cubiertos por
diferentes especies arbóreas dependiendo de la altitud. Predomina el pino
silvestre, que ha recibido el sobrenombre de Pino de Valsaín que da una excelente madera y es
explotado desde tiempos inmemoriales, siendo el motor económico del valle.
Podríamos
haber optado por seguir hasta Valsaín, La Granja, y por carril bici a Segovia,
pero nuestra ruta de Cercedilla a Segovia queríamos hacerla por el Camino
de Santiago, algo muy sencillo siguiendo las flechas
amarillas que van
apareciendo por el camino… bueno, a partir de este punto, al dejar la carretera
de Valsaín, la cosa se complicaría bastante más.
Hemos dejado atrás los pinos, y ahora son praderas las que nos rodean.
Atravesamos caminos pedregosos, casi trialeros, y
grandes dehesas en las que no hay ningún tipo de camino ni marca que seguir.
Vemos Segovia en el horizonte, sólo hay que dejarse
caer y seguro que
encontramos el camino.
Este tramo, antes de llegar a Segovia es muy plano y por caminos de arena hasta llegar a las vías del AVE, que cruzamos sobre un puente, donde poco después nos introducimos en las calles de la ciudad para alcanzar siguiendo las indicaciones, el principio del acueducto, pequeñas arcadas casi desapercibidas a nuestra izquierda, que seguiremos por una calle empedrada hasta descubrir las ansiadas escaleras de bajada a la plaza del Acueducto.
Nuestro
ansiado botín se encuentra
ante
nuestra mirada, impávido, insolente.
Son las siete de la tarde.
Aprovechando que tenia que trabajar en Madrid, me he echado la bicicleta con la intención clara, El resultado es que he tardado mas de lo esperado en solucionar el problema, lo que pensaba acabar a las 10 de la mañana, salia a la una del centro, me ha pillado el atasco de salida de la carretera de La Coruña y a lo que llegaba a Cercedilla las 3 de la tarde, comete un bocadillo y cámbiate; las 3,30. Tres horas y cuarto de ruta y las fotos para conmemorar el momento las 7 de la tarde.
Tengo que volver a casa. Volver atravesando la sierra me supone otras 4 horas, se me va ha hacer de noche sin frontal y sin conocer mucho los caminos. Tengo que pensar algo sino, me canta el lucano y morros cuando entre por la puerta, aun así no me los quita nadie ya.
La opción que se me pasa por la cabeza es coger el cercanías de Segovia a Madrid. Voy a bajar a la estación y ver si puedo cargar la bicicleta.
Pregunto al guardia de seguridad y no me pone ningún problema, solo sacar mi billete, la bici no paga, va gratis y colocarla en el hueco donde van tres asientos juntos en el sentido de la vía que son abatibles.
Respiro. Un trayecto de 3/4 de hora y atraco en el anden de Cercedilla. Si quisiera ir a Madrid tendría que hacer trasbordo aquí y coger otro cercanías que ya esta esperando la llegada de su hermano.
Entre unas cosas y otras llego a casa a casi las 10 de la noche y el morro de elefante sale por la escalera y llega hasta el portal. Hoy no hay escusas y como recompensa tengo que llevar a la parienta al concierto de Melendí que toca en las fiestas de un pueblo cercano. Puff al final acabo en la cama a las cinco de la mañana.....Vaya jornada....
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