PEÑA GRATAL

PEÑA GRATAL







Este primaveral invierno nos ofreció días maravillosos para disfrutar de una naturaleza un poco desconcertada. Brotes verdes parecen surgir de los ápices del arbolado en un enero cálido y seco. La savia parece despertar tímidamente, como quien abre un ojo y sabe que puede seguir durmiendo un largo rato más.

Este domingo hemos elegido un destino cercano, una excursión fácil, pero atractiva, llevábamos largo tiempo hablando de ella pero nunca hacíamos el esfuerzo para realizarla y sin embargo, cada vez que la distinguíamos, a nuestra izquierda, camino de otras cumbres del Pirineo, nos llamaba como las sirenas a Ulises.
 


Peña Gratal

Dejamos el coche en el aparcamiento situado junto a la hospedería de Argüís, junto al pantano. Cruzamos por encima de la presa siguiendo un camino que serpentea, paralelo, junto a las aguas en breve subida.

Continuamos este camino, bajo los árboles, hasta tomar el ramal izquierdo de una bifurcación.

 Cuenta la leyenda que Gabarda tuvo una hija, Gabardiella. En su juventud se enamoró de un buen mozo, Gratal. Eran tan felices los amantes que provocaron que el padre de ella, la montaña Gabarda, sufriera de celos por su hija. Por ello, encargó a un gigante que les separara y contrato al Tozal, el más grande y fuerte de todos.
Él, de un tajo separó por la fuerza a los amantes en lo que es el cauce del Flumen y el Salto de Roldán.

Los dos amantes no pudieron nunca más estar juntos y Gabardiella murió de pena y se convirtió en piedra. Gratal por su parte antes de morir juró que vengaría a su amada.


Un día, dió un terrible golpe al Tozal y lo mató. Cuando cayó, formó en la Sierra de Guara la imagen de un gigante tumbado, con su cara, pecho y piernas que se ve claramente cuando te acercas desde la zona Sur de Huesca. Luego, Gratal, al igual que su amada, se convirtió en piedra y lo vemos actualmente con sus caras planas a la izquierda de la sierra."




Junto a esta senda encontramos diversos carteles indicadores, uno al pico Las Calmas y otro a un antiguo pozo de hielo restaurado. 


Media hora después, en una explanada, otro indicador. La flecha indica una senda ascendente junto a los postes amarillos del gaseoducto.







Ahora tenemos que tomar una decisión. O coger la línea recta desafiante por su dureza del cortafuegos o una pista más suave pero más larga que surge a la derecha. Por supuesto, seguiremos por el cortafuegos.









Además de la dureza de la ascensión por este tramo, también tenemos que tener cuidado con las piedras todavía heladas, que resbalan peligrosamente entre pinos, boj y hayas.




Una vez arriba, hacemos un alto para recuperar el aliento, desde donde se vislumbra las caras de piedra del pico Gratal.





Iniciamos un breve descenso hacia los campos de Fenes, siguiendo una senda bien marcada. 






Una vez abajo hay que encontrar dos mojones entre la espesura de matorrales a modo de portón desde donde sale una estrecha senda que va ganando altura con decisión zigzagueando camino a la cima.












Ya arriba, observamos el rombo con la cruz tan característico de esta cima.













Disfrutamos de una gran panorámica de todos los puntos cardinales, gracias a la buena visibilidad. Otras veces es también un espectáculo observar los bancos de niebla que cubren la Hoya de Huesca. Prestamos atención a la belleza que nos ofrece toda la Hoya, La Sotonera, el Moncayo con su punta nevada, los Pirineos, la sierra de Guara con el Tozal y la Sierra Caballera.




Buscamos el abrigo en este día tan frío, después de la foto de rigor, para dar cuentas de nuestras tortillas. 











Total unas 2 horas y media de subida.







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