Viajes: desde Vancouver
Algo inusitado
Realmente,
el cielo debe estar contento porque nos vamos,
¡No llueve!
Y espero
que se mantenga, al menos para mañana que vamos a ir a Grouce Mountain por la mañana
y por la tarde de cena. Os podéis creer que hemos quedado a las 16:45 para ir a
cenar. Impresionante. País de locos...
Aunque
claro, no me extraña, porque la cena es al las 17:30 en un libanés (si si,
libanés de Libia, no se que cenaremos. Sino siempre puedo atracar la despensa a
mi vuelta). Luego Alberto el Vikingo está intentando que nos dejen entrar a un
bar que no sirvan alcohol. No sabemos si lo conseguirá. Es un duro desafío.
Tanto que, ni Jesús Calleja, ni Emilio, ni el último superviviente lo
consiguieron.
Esta es
una tarea solo para Thor, confiemos en él y en su ayudante María.
La verdad
es que cumplir estos 18 años son los más raros de la historia. Para mi todavía
es día 27, todavía tengo 17, todavía sigo creciendo y aun no he pasado a envejecer.
No, en
serio, esto de que a las 15:00 del día anterior a tu cumple te
lleguen mensajes de felicidades al móvil es un tanto extraño. De todas formas
va a ser un cumpleaños largo. Tiene 9 horas más que uno normal. Pensadlo.
¿Cuando empieza? ¿Cuando termina?, En fin.
El caso
es que para celebrarlo mañana vamos a hacer Pirola a las clases de ingles,
subir la Grouce, comernos los agujeros de donuts del Tim Hortons que
compraré para invitar a mis acompañantes, engullir el penúltimo bocata,
hacer fotos a lo japonesita, correr a coger el bus de vuelta, ducharme,
cambiarme, ir de cena a un libanés (que paga Global Village) e intentar entrar
a un pub. Ahh, y escabullirme de los asiáticos, que ahora soy mayor de
edad...
Todo eso
antes de las 22:22 que sale mi último bus de downtown.
No si,
aquí cunde mucho el día. Con eso de que nos levantamos a las 6:00 am.
En
respuesta a lo de los cerditos, la felicidad que sientes cada vez que vuelvo de
viaje, compensa todos los malos momentos (especialmente ese en el que te enseñe
la cuenta del banco, que mi VISA echa humo y la cartilla tiembla. Pero lo peor
es que yo solo me he comprado una sudadera para mí.)
Por
cierto, estoy de acuerdo en lo de irme de casa (Seguro que encuentro algún/a
universitario/a que me alquile una habitación gustosamente...), pero lo de
casarme, ya si eso, a partir de los 100, que es un número redondo y más bonito.
Ya os invitaré a mi boda ibicenca. No os preocupéis, que os dejaré elegir país.
No, eso
es demasiada responsabilidad.
Mejor
solo os dejo elegir menú, que es lo que hacen todos lo padres de la novia.
Fuera
bromas: muchas gracias por el mail (aunque sois unos sosos viejos y no hayáis
podido esperar a las 00:01 para enviarlo. Es que después de la leche con pan os
entró el sueñecillo, si ya lo se yo . De ahí a la
perita hay un paso, que lo sepáis. Que ahora tenéis una hija de 18.).
En serio,
me ha gustado mucho. No se que haría sin vosotros (espera que me seco el ojo y
me sueno los mocos, que esa frase ha quedado muy cursi, aunque es cierta).
Comeos un
pedazo de tarta por mi, y disfrutar los pocos amaneceres que os quedan de
vuestra segunda luna de miel antes de que vuelva.
Un besazo
muy grande:
Vuestra hijita
la indignada canadiense.
P.D:
Dicen que cuando cumples años, tienes que cerrar los ojos, contar hasta tres y
pedir un deseo.
Bien, yo
cerré los ojos y con cada número, visualicé una cosa:
Uno: papá
y mama
Dos: el
resto de la family
Tres: mi
hogar, dulce hogar
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