VIAJES: Desde Vancouver

El transporte público

Queridos amigos, permítanme en esta serie de comentarios, introducirles en el mundo canadiense, un bello hogar para vivir que tiene sus peculiaridades. Hoy, nos sumergiremos en las procelosas aguas del transporte público.
¿Qué se espera del transporte público en España? Que no sea puntual, salvo el AVE.

Bueno, pues en Canadá es todo lo contrario. Es tan, tan, tan puntual que siempre llega antes de su hora. Algunos pensareis que esto está bien. Pues no, porque pierdes siempre el bus y el siguiente pasa de 30 a 60 minutos más tarde. Aquí no existe el 30 de Zaragoza que pasa cada 10 min., no, aquí todo lleva su tiempo.

De todas formas, viniendo a Vancouver, por fin he descubierto quién fue el genio que diseñó la selectividad y el plan Bolonia en España. EL mismo tipo que diseñó el transporte público de Vancouver. Porque, aunque suene marciano, el mismo bus puede tener diferentes rutas dependiendo de la hora. Pongamos un ejemplo. El bus 254 de las 7:45 me lleva hasta downtown directamente, pero, si me equivoco y cojo el siguiente, se queda a mitad de camino. Con lo cual, si te equivocas, además de esperar 30 minutos, corres el riesgo de: olvidar bajarte en Park Royal para hacer transbordo y dar toda la vuelta.

Eso de dar toda la vuelta es realmente siniestro. En España, sabes cual es la ruta del bus y por las calles que circula, pero, imaginaos un bus urbano por la montaña. ¿Donde terminará su ruta? ¿Subirá hasta la cima? ¿Dará la vuelta? No, porque aquí apenas hay rotondas. En fin, un misterio sin resolver.
Eso si, una cosa hay que admitirla, no tiene nada que envidiar a un bus turístico. El caro (sin la tarjeta de abono mensual que nos han dado vale 3,75$ el viajecito y con el billete no puedes hacer transbordo), y tiene unas vistas preciosas. Supongo que cuando lleve aquí un mes estaré harta del voltio que pega, pero de momento, me maravillan todas las casitas por las que vamos y cruzar Stanley Park y la bahía. (Por cierto, antes de ayer vi cuatro focas o nutrias, no estoy segura, creo que eran focas, nadando).
Pero quizás, lo más impresionante en este país de contrastes es la tecnología punta que utilizan los buses. Ingeniada por la NASA, para solicitar la parada, solo tienes que tirar de una cuerdecita amarilla que recorre las ventanillas de todo el bus. Este cordel activa una campanita y por arte de magia, enciende la luz del panel Next Stop. Misterios de la vida.
Otro transporte curioso es el skytrain. Es un metro que va por la superficie. Por el nombre, podemos pensar que es un transporte incómodo (pues vas como en una lata de sardinas) pero rápido. Error, es incómodo y lento, muy lento, tanto que llegas antes en bus o incluso, puede, que andando (vamos, parecido al tranvía de Zaragoza) .

El último medio de transporte es el sea bus, un barquito que en 20 minutos te cruza de una punta a otra y que pasa cada 15  (eso para un transporte en Vancouver es una frecuencia muy alta). Este último cacharro no lo he cogido todavía no sea que se hunda.
En fin, en este país de asiáticos, como podéis observar, el transporte público, en todas y cada una de sus variantes, es caro (tanto que me da miedo perder la cartera no por las tarjetas de crédito o el dinero, sino por el bono transporte de un mes...), lento e incomodo. Sin embargo, todo ello no es casual, sino que contribuye a embellecer esta ciudad, pues te permite gozar de unas magníficas vistas de todo Vancouver.
Esos, si, que los conductores son majos, es un mito. Aviso a navegantes, nunca, nunca, nunca os olvideis de darle los buenos días al entrar y las gracias al salir del bus.

El primer día, yo, como cualquier española, me subí al bus sin cruzar palabra alguna con persona, animal o cosa. De repente noté que en mi nuca se clavaban 50 miradas asesinas. Yo preguntandome que había hecho mal me quedé en un huequecito tras el conductor. Cuando llegaba a mi parada, con el autobús lleno, me traslade hasta la puerta trasera, dedicnado cariñosos empujones y débiles escusas a todos los viajeros. Y tras ello me bajé, sintiendo otras 50 miradas clavadas en mi nuca de nuevo.
Bien, cuando toda sorprendida se lo comenté a mi profesora, Fiona, se echó las manos a la cabeza. ¡¡¡QUÉ HAS HECHO!!!. Repasemos los errores:

-         En Vancuver, cuando te subes al bus debes dar los buenos días al conductor y, ya de paso, al resto de viajeros.

-         Tras ello, debes sentarte, siempre que puedas, y evitar ir de pie.

-         Cuando veas que llegas a tu parada, debes bajar por la puerta más cercana a tu posición, aunque esta sea la primera puerta, la puerta del conductor (aquí en Zaragoza, por la puerta más cercana al conductor solo se puede entrar, nunca, nunca, nunca, salir). La cosa es que te muevas lo menos posible por el bus, que en general va lleno.

-         Finalmente, antes de bajar debes dar las gracias y decir adios. Los más educados, además, le desean un buen día al conductor.

Asi que, si os subís a un bus en Vancouver recordad que: hay que dar los buenos días al entrar y las gracias al salir, uno puede y debe bajarse por la primera puerta y desplazarse lo menos posible por dicho transporte.

Un saludo desde Vancouver, ciudad marciana, como no podía ser de otra manera al estar tan próxima a USA e invadida por japoneses, chinos, coreanos y otras razas asiáticas que todavía no he descubierto.


Cristina Sánchez

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