VANCOUVER





Mi primer día en Vancouver.  
Por Cristina Sánchez.


Hola a todos desde Vancouver, son las 22.00 en Vancouver, ocho horas más en Canarias y nueve en la Península. 

En fin, las tonterías que se llegan a decir cuando aún todavía esta bajo la influencia del yet lag o como se escriba eso.

Hoy ha sido la toma de contacto, el día de las turistadas. ¿Os acordáis cuando los moros le hacían reverencias a la tía Águeda en Marrakech? Bueno, pues porque no era mahometano, pero yo creo que el vendedor de Future no se qué (tienda parecida al Media Mark) todavía me está haciendo la ola.


Como ya sabéis, la inteligente de vuestra hija se dejo el adaptador en casa, toda convencida que lo que dejaba era el adaptador para Inglaterra. Pues no, era el de Canadá, el de Inglaterra estaba en la maleta. En fin, la broma me ha costado 27 chilindrines de esto. Que esto ni son billetes ni nada, parecen papelajos y encima de mala calidad. Pero bueno, no os preocupéis, que me vendía otro por 49, lo que pasa es que era demasiado sofisticado para mí.


En fin, que cara es la vida...


Ahora si, el champú tenía un precio más asequible, he conseguido uno por 3,5$


Con este ultimo precio no os penséis que acaban las "turistadas". Como aquí no me seco el pelo y me levanto que parezco la hermana del rey león, he decidió comprarme un bote de espuma. Pero a mi nadie me ha explicado como se dice espuma en inglés. Sí, me han puesto en el nivel 7 de 8 y no se decir esas cosas tan básicas.


El caso es que en el súper, con todos esos potingues de mujeres no me aclaraba, así que he cogido una cosa barata, También de 2,99$ que ponía "For wavy hair" (para cabello ondulado) "y algo así como que era de baja fijación. Pues algo para "wavy hair" de baja fijación que se llama sprun o algo así, que puede ser, ESPUMA? PUES NOOOO pardillos, pardillos. Es un nuevo producto infernal que todavía uno conocíamos en España. No es laca pero tampoco espuma, es como espuma laca, un remix de ambos. Te riza el pelo, se aplica como la espuma (bueno en realidad no se como se aplica) pero el líquido y viene en spray. He descubierto una nueva especie en el reino de la cosmética. La espuma laca. Creo que me la llevaré de vuelta para que conozcáis a este ser tan raro que abunda por estos Lares. Porque sí, la espuma laca no solo la compran turistas despistados, sino que en mi cuarto de baño he descubierto otro bote. 


Pero la cosa no termina ahí. Como tenía los labios hechos pena, he decidió tirar la casa por la ventana y comprar un cacao. Y ya puestos, pos a experimentar, si total, después del adaptador, la espuma laca y el champú con olor a coco nada podía ir peor. ¿O si? Aquí viene el cacao-perla. Un caco que deja tus labios con el brillo de las perlas y la textura de la seda. Vamos que te los deja rositas y brillantes. Pero es de Nivea cuidado, que tiene calidad por solo 1,99$.


Aunque aquí todo tiene trampa porque, menos al adaptador que ya se lo he añadido yo, el resto son precios sin IVA y cuando pagas, te meten un 11% más, que piensas, ¿¿pero como??? Mi cacao, espuma laca, cuchillas y champú no subían de 8 euros y me cobras 12 (aprox.)


En fin, que dura es la vida del estudiante.


Bueno, el resto bien, he llegado y he vuelto bien a casa, no me he perdido que eso es importante y estoy en un nivel 7 de 8. Hemos ido a hacer un Tour por la ciudad. Es súper chula y ya os contaré más. 


En fin, que me despido que son las 10:30 y me voy a dormir. ¿Sabéis lo bueno que tiene esto? Que cuando yo me voy a la cama vosotros tenéis las legañas en los ojos porque os acabáis de levantar.


Divertíos mucho currando mientras yo plancho la oreja.

 
Cristina Sánchez






Segundo día en Vancouver: En busca del bus perdido. 
Por Cristina Sánchez

Las 6:30 de la mañana. 

Una dulce melodía de violines y piano suena mientras un tímido rayo de sol se cuela por la ventana, con extrema suavidad, revolotea por la habitación,  sobrevuela la cama para invitados, el armario gigantesco, el escritorio y el nórdico, para posarse sobre el párpado izquierdo.

Adormilada, la aventurera coge el móvil y, como todo buen español, lo apaga, aun consciente de que volverá a sonar en 3 minutos.


Pasados tres toques de reloj, decide comenzar la aventura que todos estaban esperando: llegar a la escuela por si sola.


Ya es tarde, se viste con prisa, sin combinar colores, calcetines naranjas y camiseta roja. Se aplica un poco de espuma-laca sobre el pelo y cacao-pearl en los labios. De esta guisa sube a la cocina donde, disfrutando de la panorámica más hermosa de todo Vancouver, de la cual hablare más adelante, ingiere una tostada de mermelada que según el bote es de fresa orgánica y según su paladar, de plástico correoso y un vaso de leche fría que sabe a agua.


Corre a recoger su habitación, ponerse los zapatos, coger el pack-lunch (aunque se olvida el agua) y correr al bus al cual tiene que esperar por 15 min. La puntualidad española es mala, pero la canadiense es todavía peor que la inglesa.


A pesar de lo que muchos pensaran, esta intrépida aventurera, Dora la exploradora, consigue llegar sin problemas, a la primera y sin preguntar, lo cual no es moco de pavo, a la escuela.


Aquí, observamos gente lo más extraña. ¿Nos habremos adentrado en la guerra de las galaxias? No ¿Entonces, donde estamos? Pues claramente en la ciénaga de Shreek, como sino, mi profe, se iba a llamar princesa FIONA. No es broma, se llama Fiona.


Bueno, pues en la clase de princess FIONA tenemos al príncipe encantador, un creído suizo que no concibe que en España podamos esquiar (que incultura...); al propio Shreek encarnado en un japonés de 32 añazos; a las hermanastras feas, representadas por una coreana y una china a las cuales hoy, nada más empezar, les he dicho que odiaba la comida china; y a un español de Madrid poco hablador, una alemana, uno de Arabia Saudí con quien me ha tocado dialogar sobre relationship y le he dicho que en mi opinión casarse era tontería innecesaria y que suprimiría el matrimonio y, por fin, mi favorita, una COLOMBIANA. Ya sabéis que siempre me he hecho amigas de Sudamérica. Se ha puesto súper contenta al ver la bandera de Colombia colgada en mi muñeca y cuando le he dicho que iría estas navidades.


Tras meter la pata unas cuantas veces, algunas queriendo (sobre todo con Príncipe Encantador) y otras sin mala intención, la aventurera se unió al grupo de Redleaf (la hoja roja que por lo menos espero que sea de Arce) para comer.


Como los españoles son incapaces de concebir que tengan que hablar en inglés incluso entre ellos, han ocupado una clase, y han cerrado la puerta para poder hablar en su querido idioma natal. Que le vamos a hacer, está en nuestra genética incumplir las normas.

Tras engullir a las 12:30 un sandwich compuesto por: pan integral (me ha debido ver con cara de estreñida), mayonesa, lechuga, queso, jamón ahumado y mostaza, al estilo sueco, (teniendo eso si mucho cuidado con no añusgarse porque me he dejado el agua en casa. Y fabricando saliva porque este pan tiene la capacidad de, como el rollo de cocina Colhogar, absorber todos los líquidos de tu cuerpo, yo creo que incluso mejor que el Scotex, os aseguro que si echáis una miga de pan de 2 cm2 a la piscí de Lupiana, en 3 segundos se ha bebido el agua. En fin, volvamos que me pierdo :) y una naranja, que, aunque parezca increíble estaba dulce.


Tras engullir tan magnífico festín, quedándonos todos ahítos, nos desplazamos en un barco de proporciones inimaginables (no por grandes sino por pequeñas) hasta Gran Island donde todos los participantes, un tanto pasotas, se dispusieron a realizar una gymkana por la isla, en la que el grupo de nuestra aventurera quedo 4º.


En este cruel desafío, tuvieron que pasar por el mercado. Terrible trampa donde, puestos de frutas, verduras, carne, pasta, pizza y confiterías, captaban la atención de los participantes, desviándolos de su principal misión.


Desafiaron al Chil Market, juguetería de proporciones magnánimas llena de infantes, que, como no eran españoles, no gritaban y se comportaban bien. Este hecho inconcebible trastornó a muchos, haciéndoles replantearse su destino y desorientándolos para separarlos de la salida.


Entre callejuelas llegaron al restaurante amarillo, puerto de las casas flotantes, se hicieron una foto con un peruano que tocaba la flauta de pan y les intentó vender sus discos y finalmente, arribaron a la meta en cuarto lugar. Por muy poco.


Ante todas estas emociones, con la decepción en el semblante, la aventurera decidió volver a casa, no sin antes pasar por una tienda de Telus para que la timaran un poco y la clavaran una puñalada por activar el mobil-phone que su amiga Ana le prestó para Vancouver.


Una vez llegó a casa, ceno unos estupendos rulitos con parmesano, queso, pimiento amarillo, pepino (no-español), tomate, cebolla, cilantro y salsa de no se que, (la combinación no estaba mala), fue a pasear por la playa para perros con el can de la familia para, tras tomar una ducha, escribir a la family que sino se preocupa.


Bueno, como veis, voy aligerando que, aunque sean las 7 para vosotros, para mi son las 22:10, hora canadiense de irse a la cama. Así que, ale, pensad en mí, que esteré durmiendo en la cama, mientras vuestros despertadores suenan una y otra vez y los rayos de sol abrasadores que se cuelan por la persiana os ciegan al entreabrir los ojos.
Cristina Sánchez


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